El cáncer de piel es actualmente el tumor maligno más frecuente en los seres humanos de piel clara y ha ido aumentando progresivamente su incidencia durante los últimos años. Pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo y en diferentes formas (costras, bultos, heridas, lunares, etc.)
Existen muchos tipos de cáncer de piel, entre los cuales destacan por su mayor incidencia el carcinoma basocelular, el carcinoma escamoso y el melanoma.
El carcinoma basocelular
Es el cáncer de piel más habitual pero también el que presenta un crecimiento más lento y con menos probabilidades de diseminación. Uno de los principales factores de riesgo son las exposiciones solares crónicas por lo que normalmente puede hallarse en las zonas más expuestas al sol como la cara, escote o espalda. Con un diagnóstico precoz generalmente tiene buen pronóstico.
Cómo detectarlo: Normalmente se presenta en forma de cicatriz dura y abultada con pequeñas venas en la superficie que puede presentar sangrado ocasional, espontáneo, sin causa aparente.
El carcinoma escamoso o espinocelular
El carcinoma escamoso o espinocelular está más íntimamente relacionado con la exposición solar pero, a diferencia del carcinoma basocelular, es más agresivo, crece más rápido y puede generar metástasis. En esta tipología de cáncer es importantísimo el diagnóstico precoz para evitar una posible diseminación por otros órganos y poder realizar un tratamiento inmediato en sus fases iniciales.
Cómo detectarlo: puede presentarse en forma de lesiones como verrugas que crecen rápido y que pueden adquirir tonalidades rojizas.
El melanoma
El melanoma es un tipo de cáncer de piel que se origina por el las células encargadas del pigmento de esta, los melanocitos. Se caracteriza por ser uno de los cánceres más agresivos y por su capacidad de diseminarse con facilidad y por ello primordial su detección precoz . Por este motivo, es recomendable hacerse chequeos periódicos de lunares o pecas y consultar con el dermatólogo cualquier cambio en estas o cualquier aparición de manchas en la piel.
Cómo detectarlo: suele parecerse a los nevus, es decir, pecas o lunares pigmentados, pero que presenten asimetrías, irregularidad en los bordes, colores variables (rojo, negro, etc.) y normalmente mayores de 6 milímetros. Es por ello que es tan importante el screening cutáneo.